Esta novela-testimonio de Dave Eggers narra las visicitudes de Zeitoun, vecino y enamorado de la ciudad en la que residía, Nueva Orleans, donde era un respetado padre de familia y dueño de una pequeña empresa de albañiles. Pero a finales del verano del 2005 llegó el huracán Katrina y todo voló por los aires o fue anegado por las aguas.
Durante días y días y a bordo de una canoa, Zeitoun recorrió varios barrios de la ciudad para poner a salvo a decenas de personas, sin atender a la raza, a la creencia o a la condición de quienes estaban en apuros... Pero el anónimo héroe tenía un defecto: ser musulmán.
Tras los atentados del 11-S y gracias a la política de chivos expiatorios que practicó el gobierno que presidía el ultracristiano George Walker Bush, a ojos de millones de norteamericanos los ciudadanos de fe islámica se habían convertido en sospechosos de ser cómplices o simpatizantes de los fanáticos suicidas que provocaron el colapso de las Torres Gemelas; de modo que el comportamiento de Zeitoun de poco sirvió...
El huracán Katrina ha sido uno de los ciclones tropicales más mortíferos, destructivos y costosos que haya impactado en tierra firme. El 2 de septiembre del 2005 el 85 por ciento de la superficie de la urbe de Nueva Orleans (Luisiana) había quedado bajo el agua, en algunas zonas la profundidad llegó a los 7 metros. El Katrina causó daños materiales por valor de 75.000 millones de dólares estadounidenses, convirtiéndose en el segundo huracán más destructivo de la historia de los Estados Unidos y lo que es peor, causó la muerte a 1.836 personas --según la Administración norteamericana, si bien fuentes no oficiales estiman que esa cifra fue superior--, dejando sin hogar a más de 300.000 personas. Por sus consecuencias, en los últimos 150 años los daños del Katrina en EE UU solo han sido superados por los que causó el huracán San Felipe II, en 1928.
Edita MONDADORI
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