El mercado, según insisten los especialistas, es una forma de comunicación. Y es cierto. Sería absurdo negarlo. Pero todos los expertos matizan que no es la única, ni mucho menos la más importante de las formas de relacionarse.
Sin embargo, y esto también es rigurosamente cierto, la sociedad actual promueve la comunicación comercial frente a otras modalidades; de hecho, prueba de ello es que se venden menos periódicos, hay menos conversaciones vecinales, menos comunicación en el seno de la familia y menos sentido de colectividad, etcétera, etcétera...
Este libro aporta alguna luz e insiste sobre el papel de comunicación que juega el mercado y, en definitiva, destaca --blanco sobre negro-- el creciente rol social de la economía.
En cierto modo, los vínculos sociales y la cohesión social están en gran medida determinados por el mercado. La globalización refleja, aparte de otros detalles --ninguno de ellos baladí--, el extraordinario poder del mercado, que en algunos aspectos está incluso por encima de la influencia del Estado y, desgraciadamente, por encima de las culturas.
Precisamente por esos y otros motivos, vale la pena leer este trabajo de Jesús de Garay. A la postre, el objetivo del libro es exponer los límites del mercado como forma de comunicación, para lo que el autor detalla los valores positivos que puede ofrecer el mercado, siempre y cuando este no se convierta en la única forma de comunicación y de inter-relación humana.
Edita PLAZA Y VALDÉS
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