Se trata de la nueva novela de Ildefonso Falcones, autor del libro más vendido del año 2007: La catedral del mar.
La mano de Fátima ha contado con un lanzamiento editorial espectacular, pues la primera edición ha sido de medio millón de ejemplares y se ha organizado una fuerte campaña promocional en los medios.
El relato de Falcones gira en torno a la biografía de un joven que vive sendas contradicciones, la religiosa (islam versus cristianismo) y la que padece entre dos amores, dos mujeres; al mismo tiempo que se esfuerza en conseguir la libertad personal y lucha por la emancipación de la sociedad a la que pertenece, en la Andalucía del siglo XVI, más concretamente en la comarca granadina de las Alpujarras, donde los descendientes de los musulmanes del reino nazarí (derrocado en 1492 por los ejércitos de los Reyes Católicos) sobreviven pese al acoso de los llamados cristianos viejos que les obligan a venerar los símbolos y las imágenes religiosas del catolicismo; lo que propiciaba cícilicas revueltas en las que la crueldad y la violencia gratuita eran norma, siendo habituales los crímenes realizados en nombre de dios y las deportaciones masivas de moriscos.
Hernando, el joven protagonista, sufre el rechazo de esos dos mundos, el de los moriscos y el de los católicos, en gran medida porque es hijo de la violación perpetrada por un cura que forzó sexualmente a una musulmana.
En su relato, Falcones recrea el escenario histórico de las Alpujarras y, de paso, el de vastas zonas de la Península en las que se produjeron enfrentamientos similares entre dos religiones que representaban formas de entender la existencia bien distintas... Sin olvidar que en ambos casos abundaban ¡y abundan! las actitudes autoritarias e intolerantes.
La narración de Falcones está bien escrita, pues la sintaxis es excelente y el vocabulario ha sido muy cuidado; además, la trama está bien llevada, pues cumple los rasgos fundamentales que han convertido las novelas históricas en un clásico de la literatura. Sin embargo, hay páginas y episodios densos, con excesivas consideraciones históricas y morales, lo que provoca pérdidas de ritmo. En todo caso, el trabajo de Falcones es sobresaliente, máxime si se tiene en cuenta la labor de investigación que ha exigido la recreación de una sociedad tan lejana en el tiempo que, para colmo, ha sido en demasiadas ocasiones burdamente disfrazada con verdades de cartón piedra.
Edita GRIJALBO
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