Recientemente, Ana María Matute dijo: "Si me dan el Cervantes, daré saltos de alegría". Y se lo han dado esta semana.
El periódico Público, en un texto de Peio H Riaño, informaba de la personalidad de la que es la tercera mujer que recibe el máximo galardón de las letras castellanas, recordando el siguiente episodio:
"El 5 de septiembre de 1948 el censor que leyó Los Abel, primera novela publicada de Ana María Matute, respondía al cuestionario del impreso de la Dirección General de Propaganda sección de censura de publicaciones del Ministerio de Educación Nacional: ¿Ataca al dogma? No. ¿A la Iglesia? No. ¿A sus ministros? No. ¿A la moral? Sí. ¿Al régimen y a sus instituciones? No. A pesar de su inmoralidad, el censor permite su publicación, si la superioridad así lo cree oportuno, de este libro que retrata un país dividido en dos bandos irreconciliables y culpables ambos, siempre y cuando se eliminaran, eso sí, palabras y pasajes de casi 20 páginas.
"A los censores les dolía la literatura de Matute porque no soportaban la profunda raíz ética de la autora, que siempre colocaba al ser humano en el fracaso, derrotado, él y sus buenas intenciones, por el mal. Se revolvían en sus informes porque apreciaban la calidad del escrito, pero se resistían a aceptar la última intención de la recién galardonada con el Premio Cervantes: que "la novela debe herir la conciencia de la sociedad, en un deseo de mejorarla".
Pulse y lea el resto de "Matute, la inmoral".
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