Algunos --ellos sabran por qué-- parecína empeñados en que siempre fuera un autor de culto. Lograron que pocos compraran sus libros y los leyeran. Pero su calidad, aunque sería más exacto hablar de su profundidad, es tanta y tanta que ni el tiempo ni la desidia de la intelectualidad institucionalizada --y orgánica-- podían ocultar sus méritos.
Por fin, hoy, 30 de noviembre del 2006, la ministra de Cultura, Carmen Calvo, ha anunciado que el poeta astur-leonés Antonio Gamoneda ha sido premiado con el Premio Cervantes.
El Cervantes es el premio más importante de la Literatura en lengua castellana y se otorga a “un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico”, reza en las bases del certamen, que está dotado con 90.180 euros y no puede ser dividido, ni declarado desierto, ni concedido a título póstumo.
“Me han despojado de la condición de finalista, que era casi una profesión”, ha declarado el poeta al conocer la noticia, amén de que ha reconocido que se siente “abrumado”.
Gamoneda nació el 30 de mayo de hace 75 años en Oviedo, aunque cuando sólo contaba dos años de edad, al morir su padre, que era un poeta modernista, su madre se mudó a León, donde ha vivido desde entonces y donde dirige la Fundación Sierra-Pambley, que fue constituida en 1887 bajo el impulso de Francisco Giner de los Ríos, aplicando los criterios de la Institución Libre de Enseñanza.
Autodidacta de formación, Gamoneda empezó a trabajar a los 14 años como recadero de una entidad bancaria. En 1960 publicó sus primeros poemas y ya recibió el primer regalo del franquismo, cuya censura prohibió que su poemario Blues fuera publicado.
El Cervantes es el premio más importante de la Literatura en lengua castellana y se otorga a “un escritor que, con el conjunto de su obra, haya contribuido a enriquecer el legado literario hispánico”, reza en las bases del certamen, que está dotado con 90.180 euros y no puede ser dividido, ni declarado desierto, ni concedido a título póstumo.
“Me han despojado de la condición de finalista, que era casi una profesión”, ha declarado el poeta al conocer la noticia, amén de que ha reconocido que se siente “abrumado”.
Gamoneda nació el 30 de mayo de hace 75 años en Oviedo, aunque cuando sólo contaba dos años de edad, al morir su padre, que era un poeta modernista, su madre se mudó a León, donde ha vivido desde entonces y donde dirige la Fundación Sierra-Pambley, que fue constituida en 1887 bajo el impulso de Francisco Giner de los Ríos, aplicando los criterios de la Institución Libre de Enseñanza.
Autodidacta de formación, Gamoneda empezó a trabajar a los 14 años como recadero de una entidad bancaria. En 1960 publicó sus primeros poemas y ya recibió el primer regalo del franquismo, cuya censura prohibió que su poemario Blues fuera publicado.
La poesía de Gamoneda siempre ha estado vinculada a la eterna lucha del hombre por ser decente y, por descontado, participó en la resistencia antifranquista.
Una vez muerto el dictador, Gamoneda se prodigó, recuperando muchos versos escondidos y publicó Arden las pérdidas y Libro del frío.
Una vez muerto el dictador, Gamoneda se prodigó, recuperando muchos versos escondidos y publicó Arden las pérdidas y Libro del frío.
Casualmente, hoy, cuando se anunciaba que merece el Cervantes, Gamoneda acababa de recoger el Premio Reina Sofía de Poesía Iberoamericana, que le fue otorgado el pasado mes de mayo porque “es un raro ejemplo de verdad y coherencia poética”.
Cierto, Gamoneda es ejemplo de verdad y coherencia poética y ética.
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