Dan Brown cabalga otra vez hacía el éxito. El protagonista del nuevo best seller, El símbolo perdido, es otra vez Robert Langton --el mismo que en El código Da Vinci y en Ángeles y demonios--, que en su tercera aparición se embarca en una enrevesada investigación tras hallar casualmente en el Capitolio de Estados Unidos la mano cortada de un amigo, en uno de cuyos dedos figura un misterioso tatuaje y que, sorprendentemente, señala un cuadro del primer presidente de Estados Unidos, George Washington.
La trama es igual de disparatada que la de El código Da Vinci, pues esta vez el profesor Langton acaba buscando un inexistente manual secreto de los masones que sirve para obtener poderes extraordinarios. El hecho de que Washington fuera masón da para lo que cada cual quiera y Brown --al igual que han hecho muchos otros con anterioridad-- aprovecha con indudable sentido de la oportunidad el hecho de que la secular discreción de los masones haya generado leyendas y bulos de todo tipo, lo que proporciona material adecuado para inventar.
En todo caso, al margen de invenciones e interpretaciones novelescas, sean de textos cristianos o de sociedades poco conocidas como la masónica, Dan Brown vuelve a dar una lección como escritor de guiones policíacos o de intriga.
Brown "pide disculpas" por El código Da Vinci
Hay un párrafo singularmente llamativo en El símbolo perdido. En una conversación que en cierto modo carece de sentido, la coprotagonista de la escena dice, dirigiéndose a Langton: "Mis conocidos han leído su libro sobre lo Sagrado Femenino y la Iglesia". Y el investigador responde: "¡Sí que causó escándalo!"; a lo que la joven replica: "¿Le gusta revolver el avispero?"; y Brown, en boca de Langton, se disculpa por la polémica religiosa que generó El código Da Vinci, diciendo: "Esa nunca fue mi intención".
Hay un párrafo singularmente llamativo en El símbolo perdido. En una conversación que en cierto modo carece de sentido, la coprotagonista de la escena dice, dirigiéndose a Langton: "Mis conocidos han leído su libro sobre lo Sagrado Femenino y la Iglesia". Y el investigador responde: "¡Sí que causó escándalo!"; a lo que la joven replica: "¿Le gusta revolver el avispero?"; y Brown, en boca de Langton, se disculpa por la polémica religiosa que generó El código Da Vinci, diciendo: "Esa nunca fue mi intención".
Las ventas revientan marcas
Los datos de ventas en lengua inglesa indican que el éxito está garantizado. Una vez puesta en estanterías y aparadores de las cientos de librerías de los países anglosajones, sólo en Canadá, Estados Unidos y Gran Bretaña se vendieron 1.100.000 ejemplares durante las primeras 24 horas. Es más, no sólo se venden miles y miles de ejemplares impresos, las descargas del libro vía internet también superan con creces el primer millón. En las cinco primeras jornadas se ha registrado una media de 85.000 descargas diarias a través de las redes BitTorrent y P2P, en torno al 60% de ellas eran de la versión inglesa en audio y el resto, en formato PDF, también en inglés.
La editorial Planeta, propietaria de los derechos en castellano, ultima el lanzamiento de una primera tirada de 1.500.000 ejemplares para Latinoamérica y España.
Nadie duda, pues, de que la nueva novela de Brown es un éxito, de manera que ahora la pregunta que se hacen los profesionales del sector del libro es si superará los 81 millones de ejemplares (3 de ellos en castellano) que ya se han vendido de El código Da Vinci.
Edita PLANETA
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