"Seguí caminando. Llegué al control. Me despedí del funcionario. Crucé la raya y pisé la libertad. Miré hacia atrás. Guardo en mi retina la imagen del edificio en aquel día caluroso y soleado. No sentí ni una brizna de rencor. Sonreí. Diez años de mi vida quedaban atrás, algunos de ellos prendidos de aquellos muros, de aquellos alambres, de aquellos olores, de aquellos gritos enloquecidos, de aquellas madrugadas serenas, y de algunos que se alegraron al tiempo que sintieron que aquel día fuera el último de mi vida como prisionero de Alcalá-Meco. De momento había ganado porque había conseguido soportar lo insoportable y tolerar lo inevitable sin el menor daño interior. Ahora me sentía libre, pero libre de verdad."
Mario Conde, que un día ya lejano fue modelo no se sabe muy bien qué, relata con evidente subjetividad su vida en la cárcel, sus sentimientos y pensamientos, sus filias y fobias e, inevitablemente, también da su versión de hechos y dichos referidos a su persona y a los avatares económicos, sociales y políticos del país.
No es literatura de primera calidad, pero contiene mucho más que las simples memorias de un preso.
Edita MARTÍNEZ ROCA
Buen libro
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