En el 401 a.C., Ciro, gobernador de Asia Menor (satrapía o provincia del Imperio Persa), se rebeló contra su hermano Artajerjes II, el emperador. A fin de plantar batalla y apropiuarse del trono, Ciro reclutó un ejército del que formaron parte diez mil experimentados mercenarios griegos, que acababan de participar en las luchas intestinas que enfrentaron a Atenas, Esparta y Tebas.
Los Diez Mil partieron de Sardes (cerca de la costa occidental de Anatolia, ver mapa) y atravesaron gran parte del imperio creyendo que iban a combatir contra un pueblo enemigo de Artajerjes II. En el último momento, poco antes de el ejército persa saliera al encuentro de la expedición --Artajerjes ya se había enterado de la traición de su hermano y trataba de parar el ataque--, Ciro reveló a los mercenarios el motivo auténtico de la misión. Los griegos escuchan las explicaciones de Ciro, deciden en asamblea cumplir con el acuerdo y luchar. El enfrentamiento era desigual: Diez mil contra cien mil, según cálculos históricos, si bien el ejército de Artajerjes era inexperto y estaba mal dirigido.
Pese a tan enorme diferencia, la batalla de Cunaxa acabó precipitadamente y sin un resultado claro debido a la muerte de Ciro durante el combate, lo que provocó la retirada de los mercenarios griegos; los cuales, conscientes de que no podrían afrontar con éxito un segundo encuentro, decidieron abandonar aquellas tierras y dirigirse hacia el mar Negro, donde había colonias helenas, embarcar y regresar a su patria.
Jenofonte, uno de lo oficiales que formaba parte de la expedición, relató los hechos en la Anábasis o La expedición de los Diez Mil, clásico de la literatura helena.
Ahora, tomando como base la narración de Jenofonte, Valerio Massimo Manfredi ha recreado aquellos acontecimientos en una novela de indudable carácter histórico que, con linealidad cinematográfica y prosa sencilla, desmenuza detalles --la mayoría de ellos inventados-- que hacen más comprensible la epopeya.
La marcha de los Diez Mil hasta el interior de Persia y luego la que les llevó hasta el puerto de Trebisonda, a orillas del mar Negro, constituyen una aventura en la que se alternan las heroicidades y las traiciones, la valentía y las miserias de unos soldados profesionales que, amén de tener que superar penurias, celadas y dificultades sin cuento, acabaron diezmados y regresando a Grecia sin rastro de las riquezas que les habían prometido.
La narración de Manfredi, puesta en boca de una joven que ha dejado todo por seguir a su amor, Jenofonte, está aderezada con personajes y descripciones que reflejan con acierto actitudes, ambientes, escenarios y muy variadas circunstancias.
Edita GRIJALBO
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