Litten, en una imagen tomada en Berlín en 1933
Benjamín Carter Hett, el autor de El hombre que humilló a Hitler, relata la historia de Hans-Joachim Litten, un abogado berlinés que dedicó su corta existencia a combatir el movimiento nacionalsocialista.
Litten logró ridiculizar a Adolf Hitler ante un tribunal. Ocurrió el 8 de mayo de 1931 con motivo del juicio seguido contra un grupo de violentos nazis que habían sembrado el pánico en las calles de la capital alemana.
Como abogado de la acusación particular, Litten puso en evidencia a los jefes de la banda y desnudó las bárbaras intenciones del movimiento, que por aquel entonces iniciaba su ascenso en el podrido escenario político germano.
Litten hizo comparecer a Hitler como dirigente del movimiento insurreccional y durante la vista le forzó a declarar fidelidad a la República para, minutos después, demostrar que el legalismo que aparentaba el interrogado era poco más que una pose de cara a la galería. Hitler perdió la compostura en varias ocasiones y se mostró extraordinariamente nervioso. Nadie volvió a ver a un Hitler tan inseguro y temeroso. Al día siguiente la prensa informó de la precaria situación moral vivida por el orgulloso patriota germano.
Para el padre del III Reich el interrogatorio de Litten fue una humillación que jamás olvidó, prueba de ello es que cuando llegó al poder el abogado fue una de sus primeras víctimas. La misma noche en que los nazis incendiaron el Reichstag (parlamento), el 23 de febrero de 1933, Litten fue detenido durante las redadas que la policía realizó para detener a los que serían acusados de atentar contra las instituciones de la patria, en el que fue el primer gran engaño organizado por el nazismo. Litten sufrió tortura, pasó por varias prisiones y en todas ellas le dieron tratamiento especial, periódicas palizas y diarias humillaciones.
En 1938, Litten, amargado y físicamente destrozado, se ahorcó en las letrinas de un campo de concentración.
Edita EDICIONES B
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