Hubo incluso quienes dijeron que ese interés de Valle-Inclán obedecía a motivos exclusivamente estéticos y no a convicciones y que, por tanto, cabía considerarlo un pecado de juventud, o acaso una deuda contraída con el espíritu de la época.
No en vano, en medios literarios de la época --al igual que en otros ámbitos culturales y sociales-- abundaban quienes alimentaban su intelecto o su imaginación con conocimientos --si se les pueden llamar así-- mágicos, esotéricos, teosofistas, espiritistas, etcétera, cosa que entonces estaba de moda y que en muchos casos se utilizaba para combatir o contrarrestar el realismo, el naturalismo, el materialismo y otros ismos.
Sin embargo, el ocultismo, tanto en Valle-Inclán como en otros personajes de ayer y de hoy, fue y es una constante que, según algunos, también era y es una forma de buscar explicaciones. ¿Explicaciones a qué, por qué, para qué?... Fernando Barros arroja luz y aporta algunas respuestas.
Edita CARDEÑOSO
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