La Institución Libre de Enseñanza y la Escuela Moderna constituyeron las tentativas más relevantes de la última mitad del siglo XIX y primera del siglo XX en aras de implantar una enseñanza laica y racionalista en una España en la que el 75% de la población era analfabeta. La educación continuaba siendo un privilegio de los hijos de las clases acomodadas y el tipo de enseñanza impartida era oscurantista, ejerciendo la Iglesia un férreo control sobre ella; es decir, conservaba los rasgos más peculiares de la enseñanza feudal.
En palabras de Ferrer Guardia: “Educar equivale actualmente a domar, adiestrar, domesticar (…) No se trata de secundar el desarrollo espontáneo de las facultades del niño, de dejarle buscar libremente la satisfacción de sus necesidades físicas, intelectuales y morales; se trata de imponer pensamientos hechos; de impedirle para siempre pensar de otra manera que la necesidad para la conservación de las instituciones de esta sociedad; de hacer de él, en suma, un individuo estrictamente adaptado al mecanismo social”.
En ese escenario, el 8 de septiembre de 1901, después de muchas diligencias y no pocas dificultades para la elección y adecuación del local, y de una minuciosa búsqueda del profesorado idóneo, iniciaba su andadura la Escuela Moderna. El curso comenzó con la participación de 30 alumnos (12 niñas y 18 niños), a los que fueron sumándose gradualmente muchos más. En total, 70 alumnos recibieron formación laica durante el primer año, con un programa completamente revolucionario.
¿Cuáles eran los aspectos fundamentales de dicho programa? ¿Qué reacciones produjo entre los sectores conservadores del país? ¿Cuáles fueron las experiencias y los resultados pedagógicos obtenidos a lo largo de los escasos 3 años que permaneció abierta la Escuela Moderna? ¿Cuántas escuelas se fundaron adoptando como base los métodos y textos de la escuela matriz? La curiosidad del lector hallará en este libro-testimonio de Ferrer Guardia cumplidas respuestas a muchas preguntas.
En ese escenario, el 8 de septiembre de 1901, después de muchas diligencias y no pocas dificultades para la elección y adecuación del local, y de una minuciosa búsqueda del profesorado idóneo, iniciaba su andadura la Escuela Moderna. El curso comenzó con la participación de 30 alumnos (12 niñas y 18 niños), a los que fueron sumándose gradualmente muchos más. En total, 70 alumnos recibieron formación laica durante el primer año, con un programa completamente revolucionario.
¿Cuáles eran los aspectos fundamentales de dicho programa? ¿Qué reacciones produjo entre los sectores conservadores del país? ¿Cuáles fueron las experiencias y los resultados pedagógicos obtenidos a lo largo de los escasos 3 años que permaneció abierta la Escuela Moderna? ¿Cuántas escuelas se fundaron adoptando como base los métodos y textos de la escuela matriz? La curiosidad del lector hallará en este libro-testimonio de Ferrer Guardia cumplidas respuestas a muchas preguntas.
Edita JÚCAR
Ferrer Guardia fue fusilado bajo la falsa acusación de haber promovido la Semana Trágica de Barcelona, a raíz de ello fue borrado de la historia de la Pedagogía para desgracia de las modernas generaciones de españoles. M alegro que alguien se acuerde de él. Firmado, un simple profesor de secundaria al que le gustaría mejorar la calidad del profesorado y de la enseñanza que damos.
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