Este año se ha cumplido el 150º aniversario de una novela-cumbre: Madame Bovary, de Gustave Flaubert, en la que se relatan con inusual sensibilidad los amores de una burguesita cuyo matrimonio no es precisamente el colmo de la felicidad. El relato de Flaubert causó sensación en el París de 1857, tanto que el autor fue denunciado por inmoral, aunque fue absuelto. Hoy, los avatares de la señora Bovary no escandalizarían a casi nadie, pero la novela conserva sus atractivos --también los literarios-- y su guión es tan conmovedor como hace 150 años.
En la lista de mujeres de ficción que han hecho época, junto a la francesa Bovary, figuran la rusa Karenina (de Dowstoyevski) o la gallega Fortunata (de Torrente), personajes cuyo romántico sentimentalismo sigue cautivando a lectores de muy distinta condición social y criterios morales.
Flaubert empezó a escribir Madame Bovary en 1851 y la finalizó al mismo tiempo que se apagaba el verano de 1856, empezando a publicarse por entregas el 1 de octubre de ese mismo año en la Revue de Paris. Ya en la primavera de 1857, el texto fue publicado en formato de libro.
En cierto modo cabe calificar de lógico que el autor fuera procesado por inmoral en pleno siglo XIX, pero ya en el siglo XX la Congregación del Santo Oficio incluyó Madame Bovary en su listado de obras ¡pornográficas! Pero se han dado situaciones todavía más llamativas: ¡En la España de 1961 el editor Gonzalo Losada fue condenado a un mes de prisión y el traductor Miguel Amibilia a seis por publicar la novela de Flaubert!
Para leer Madame Bovary no son necesarias las excusas, su 150º aniversario sólo es un acicate para leerla... O releerla.
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