"La fiesta del final del Ramadán se celebró con torneos de cañas, juegos de tablas y el acostumbrado combate singular entre un toro enfurecido y media docena de perros de presa. Muerto el toro, su carne se cocinó en grandes calderas y de ella comieron los famélicos granadinos.
"Mientras tanto, Orbán se multiplicaba atendiendo los hornos de fundición, las herrerías y el campo de tiro, donde entrenaba a los espingarderos. Se había propuesto formar un núcleo de tiradores escogidos que durante el asedio pudiera acudir a las partes de la muralla donde el asalto fuera más enconado.
Algunos voluntarios hacían rápidos progresos, después de perderle el miedo al trueno y al retroceso de la espingarda.
Olvida lo que has sido antes y lo que serás después --le encomendaba Orbán--. La mano en el hierro, así, firme. El trueno está encadenado a tu voluntad. No respiras. Escucha el pulso golpeando en tus sienes, concentrado, así. Miras el blanco: aquella teja es el pecho de un caballero. Apuntas con tu mirada en la protuberancia del cañón. ¿Lo tienes? Entonces acercas la mecha encendida a la cazoleta. Así. Cuando apuntas sólo vives ese tiempo, la explosión que libera la muerte de tu mano."
Algunos voluntarios hacían rápidos progresos, después de perderle el miedo al trueno y al retroceso de la espingarda.
Olvida lo que has sido antes y lo que serás después --le encomendaba Orbán--. La mano en el hierro, así, firme. El trueno está encadenado a tu voluntad. No respiras. Escucha el pulso golpeando en tus sienes, concentrado, así. Miras el blanco: aquella teja es el pecho de un caballero. Apuntas con tu mirada en la protuberancia del cañón. ¿Lo tienes? Entonces acercas la mecha encendida a la cazoleta. Así. Cuando apuntas sólo vives ese tiempo, la explosión que libera la muerte de tu mano."
Estos dos párrafos forman parte de la recreación de un episodio semihistórico que empieza en 1487, cuando el Reino de Granada, último bastión musulmán en la Península, estaba amenazado por las tropas de los Reyes Católicos, por lo que el sultán de Granada solicitó ayuda al Gran Sultán Turco, que envió a un solo hombre: Orbán, un herrero búlgaro cuya sabiduría debería ser suficiente para evitar que Granada cayera en manos católicas.
El prolífico autor de esta novela histórica, Juan Eslava Galán, ha escrito un libro en el que se entremezclan los datos históricos con las aventuras, todo ellos salpicado con pasiones, traiciones, lealtades y una historia de amor que va más allá de las difrencias religiosas.
Edita PLANETA
Me parece una maravilla novela donde el lector tiene la posibilidad de recrearse en la figura de un hombre valiente y sabio, perteneciente a una casta antigua de herreros guerreros, y a una Granada bella y mestiza donde las élites del poder cristianas y musulmanas miden sus fuerzas y tecnología miitar. Todo ello sirve de contexto para una sugerente historia de amor.
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