Eduardo Galeano ha recalado en Santiago, exactamente el pasado día 15, para presentar en Galicia su nueva oferta: Espejos. Una historia casi universal, que pese al título no se trata de un libro de historia al uso, sino de un baúl en el que Galeano ha ido metiendo con personal cronología y también con particulares dimensiones geográficas los hechos que, a su criterio, han marcado la trayectoria de la humanidad.
La singular estructura de Espejos, según ha confesado el autor, obedece a que “la historia es una paradoja andante. Las contradicciones son las que mueven las piernas de la historia, quizá por eso sus silencios dicen más que sus palabras y con frecuencia sus palabras desvelan, mintiendo, la verdad”.
“Soy capaz de resistir a todo --añadió en la rueda de prensa que ofreció en Santiago-- menos a las tentaciones”; en este caso la tentación era contar lo que apenas enseña la historia que escriben los vencedores y la que no pueden escribir los historiadores científicos. Pero Galeano, sí.
El texto transporta al lector a escenarios en los que el hombre apenas sabía comunicarse, al Egipto de los faraones, a la Arabia de Mahoma y, lógicamente, a las Américas, la de los indígenas, la de los conquistadores y la de los rebeldes... Y Galeano también coge de la mano al lector para pasear por algunos escenarios de la España del general Franco.
No es un libro de historia al uso, hay que insistir en este punto, sino que se trata de un baúl lleno de sorpresas que se lee como si de una novela se tratara. En cierto modo, es la biografía novelada de la humanidad, con ese toque inquisitivo que caracteriza a Galeano y del que ya dejó muestras en su obra maestra: Las venas abiertas de América Latina.
Edita SIGLO XXI
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