Ciento veinte años después de que Jack el Destripador cometiera su primer crimen en Londres, se publica en España una amplia selección de las cartas supuestamente escritas por quien es uno de los asesinos más famosos de la historia, y cuyo caso ha sido investigado en profundidad por Javier Terrisse.
Obra selecta de Jack el Destripador constituye una interesante novedad editorial porque, además de incluir una veintena de cartas relacionadas con el caso, es el primer libro en castellano que reconstruye con todo lujo de detalles los diferentes crímenes atribuidos al misterioso asesino, según ha declarado a Efe el editor de esta obra, Luis Sabat.
Terrisse, egiptólogo y experto en el Destripador, ha vivido seis meses en el barrio londinense de Whitechapel, donde aparecieron asesinadas varias prostitutas en 1888, y ha consultado todo tipo de archivos hasta conseguir una completísima documentación sobre unos crímenes que aterrorizaron a la sociedad inglesa.
El fruto de su estancia es el amplio prólogo novelado que precede a las cartas, en el que Terrisse y el escritor Gonzalo Torné (que se ha encargado de los aspectos literarios) han tratado de reproducir "la atmósfera que envolvió los crímenes, las luchas internas de la policía y sus métodos, los informes forenses, las vidas de las prostitutas asesinadas" y el ambiente de Londres, afirman los responsables de la edición.
El 31 de agosto de 1888 apareció muerta Mary Ann Polly Nichols, la primera víctima, al parecer, de Jack el Destripador (Jack the ripper, en inglés), dado que los ripperólogos no se ponen de acuerdo siquiera sobre el número de asesinadas. Algunos estudiosos las cifran en cinco, pero "hay indicios suficientes para creer que podrían ser más", señala Terrisse .
El 31 de agosto de 1888 apareció muerta Mary Ann Polly Nichols, la primera víctima, al parecer, de Jack el Destripador (Jack the ripper, en inglés), dado que los ripperólogos no se ponen de acuerdo siquiera sobre el número de asesinadas. Algunos estudiosos las cifran en cinco, pero "hay indicios suficientes para creer que podrían ser más", señala Terrisse .
Lo cierto es que 120 años después, la mayoría de los interrogantes continúan sin respuesta, desde la verdadera identidad de quien se hacía llamar Jack the ripper (la ripperología clásica considera que hay tres destacados sospechosos de un total de 30) hasta el motivo de los crímenes.
También se ignora si mataba o no a sus víctimas en el lugar donde aparecieron los cadáveres. La ausencia de sangre invita a pensar que lo hacía en otra parte, pero, de ser así, ¿cómo y por dónde trasladaba los cuerpos sin que nadie se diera cuenta?
Jack el Destripador, recuerda Terrisse, no se limitaba a rajar el cuello de las prostitutas: "Realizaba intervenciones quirúrgicas de precisa extracción de órganos", y lo hacía, comenta Torné, "a una velocidad que asombraba a los forenses encargados de la investigación".
Jack el Destripador, recuerda Terrisse, no se limitaba a rajar el cuello de las prostitutas: "Realizaba intervenciones quirúrgicas de precisa extracción de órganos", y lo hacía, comenta Torné, "a una velocidad que asombraba a los forenses encargados de la investigación".
Las cartas asociadas con el caso exceden la centena y la gran mayoría se escribieron durante el otoño de 1888, precisa el autor en su libro. Iban destinadas a la Agencia Central de Noticias, la Policía Metropolitana, la sede central de Scotland Yard, varios periódicos y al Hospital de Whitechapel. Están escritas con diversos fluidos (tinta, sangre, algo parecido a la clara de un huevo) y diferentes caligrafías, y van firmadas, la mayoría, por Jack the ripper.
En realidad, la única carta que ofrece pocas dudas sobre su autenticidad es la famosa From hell (desde el infierno), porque llegó en un paquete junto con la mitad de un riñón que luego se identificó, casi con total seguridad, como perteneciente a Catharine Eddowes, asesinada el 30 de septiembre.
La publicación de este libro coincide con la exposición que se inaugurará el próximo 15 de mayo en el museo de los Docklands (Londres), donde se mostrarán muchos de los documentos a las que tuvo acceso el autor de este libro.
Edita ELIPSIS
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